25 marzo 15
Día tras día, a lo largo de largas horas monótonas, el canto del pequeño huésped se elevaba en fragmentos hacia el vigía solitario, hasta que al caer la noche, cuando tañían las campanas del ocaso y los grises murciélagos abandonaban sus escondites de la torre, el ave de ojos brillantes, tras gorjear unas notas somnolientas, regresaba a su nido en los brazos que lo aguardaban. Aquéllos fueron días felices para la Imagen Oscura. Sólo la campana mayor de la catedral seguía transmitiendo su irónico mensaje: "Después de la alegría... el dolor."
La imagen del alma perdida en El desván y otros relatos, Saki
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