domingo, 2 de junio de 2013

Nuestra señora de París

Leído 14 enero 13

Y si queréis recibir de la antigua ciudad una impresión que la moderna ya no podría daros; subid una mañana de Pascua Florida o de Pascua de Pentecostés; subid, al salir el sol, a un punto alto desde el que dominéis la capital y presenciad el despertar de las campanas. Ved que, a una seña del cielo, porque es el sol quien lo hace, esas mil iglesias se estremecen a la vez. Primeramente, con campanadas sueltas que van de una iglesia a otra, como cuando los músicos templan los instrumentos para empezar a tocar. Luego os parece que en algún instante, el oído tiene también vista y entonces veis que de cada campanario se eleva algo que es semejante a una columna de sonido, a un humo de armonía. Al principio, la vibración de cada campana sube al espléndido cielo de la mañana, derecha, pura y, por decirlo así, separada de las demás. Después, poquito a poco, al aumentar los sones de sus voces, se mezclan, se confunden todas en una para formar magnífico concierto. Ya no es más que una masa de vibraciones sonoras que se despega sin cesar de los innúmeros campanarios, que flota, ondula, salta, remolinea sobre la ciudad y prolonga hasta más allá del horizonte el círculo ensordecedor de sus oscilaciones. No obstante esto, ese mar de armonía no es un caos; aún si hay mar gruesa, no pierde la transparencia. Veis serpentear separadamente cada grupo de notas que emiten las campanas; podéis oír el diálogo, alternativamente grave y chillón, de la carraca y el bordón; veis saltar las octavas de un campanario a otro, que se lanzan aladas, ligeras y silbantes de la campana de plata, que caen rotas y cojas de la campana de madera; admiráis en medio de ellas la rica gama que sube y baja sin cesar de las siete campanas de San Eustaquio; las veis correr a través de las notas claras y rápidas que trazan tres o cuatro zigzags luminosos y se desvanecen como relámpagos. Allá abajo está la abadía de San Martín, cantora que tiene una voz cascada y destemplada; aquí la voz aciaga de la Bastilla; al otro extremo el barítono de la torre del Louvre. La regia campana de palacio hace sin tregua trinos resplandecientes por todos lados sobre los cuales caen, de tiempo en tiempo, los golpazos de la campana de Nuestra Señora que les hace echar chispas como el yunque bajo los golpes del martillo. A intervalos veis pasar sones de todas formas que vienen del triple volteo de las campanas de Saint-Gemain-des-Prés. Después aún, de cuando en cuando, esta masa de sones sublimes se entreabre para dar paso al stretto del Ave María, que brilla como una piocha de pedrería. Debajo, en lo profundo del concierto, distinguís confusamente el canto interior de las iglesias que transpiran a través de los vibrantes poros de sus bóvedas. No hay duda de que es una ópera que vale la pena oír. Generalmente, el rumor que sale de Parías durante el día es porque la ciudad habla, y el que sale de la noche porque respira; pero, aquí, es porque la ciudad canta. Escuchad, pues, con atención ese tutti de los campanarios; esparcid por el conjunto el murmullo de medio millón de hombres, el eterno plañido del río, los soplos infinitos del viento, el cuarteto grave y lejano de los cuatro bosques colocados en las colinas del horizonte como enormes cajas de órgano, apagad así en una media tinta todo lo que el repique central tenga de demasiado bronco y demasiado agudo y decid si conocéis en el mundo cosa más rica, más alegre, más áurea, más deslumbrante que este tumulto de campanas, que este horno grande de música, que estas diez mil voces de bronce que cantan a la vez en flautas de piedra de trescientos pies de altura, que esta ciudad que no es sino una orquesta, que esta sinfonía que produce el fragor de una tempestad.
Nuestra Señora de París, Víctor Hugo

Concierto de esperanza para la mano izquierda

Leído 15 enero 13

Grave

¡Cuántos niños han muerto
a la sombra de nuestras esperanzas!
Nosotros los mayores no merecemos perdón.

Utilizamos la ternura para infundir
y las escuelas matutinas para inculcar
las estatuas callejeras para infligir
y los discursos en la plaza para perpetrar
y los manuales y las prédicas y los
premios dominicales y los programas
infantiles en la televisión y luego
los dejamos morir traspasados por
las bayonetas. ¡Cuántos niños han muerto
a la sombra de nuestras esperanzas!

Nosotros los mayores somos inventores
del cariño y luego productores de la bayoneta.
Nosotros acariciamos la esperanza y luego
somos los impávidos verdugos de la esperanza.

Hemos inventado la ley y el cumplimiento
de la ley. Hemos creado la vida y decretado
la muerte. Somos los treinta dineros
de nuestras propias alegrías. Merecemos
tristeza, merecemos eternamente la esperanza.

Vivir la realidad y estrangular
los sueños. Ajusticiarlos a quemarropa.
Ponerles nuestros nombres y asesinarlos.
Nosotros los mayores que hemos perdido
el respeto al pasado y asesinamos el futuro:

Los que decimos: ¡son los hijos ajenos!
como si fueran ajenos nuestros hijos
como si fueran hijos del árbol o de las rocas
o del crepúsculo boreal como si fueran
hijos de la llama y del ornitorrinco
como si fueran hijos de otros sistemas
solares o patrias cósmicas ultravioletas
coma si nosotros las mayores no fuéramos
los padres de los hijos o si los hijos
de los mayores fueran los hijos de los menores.

Somos nosotros los culpables. Somos
los implacables destructores de nosotros mismos.
No merecemos perdón. Merecemos la esperanza
eternamente sumergidos en la esperanza.

Concierto de esperanza para la mano izquierda, Pedro Mir

Sabines

Leído 21 enero 13

En la estación de los ferrocarriles acabo de dejar a la Rosa. La Rosa tiene cáncer y regresa a Tuxtla a morir. Lo sabe, y nos ha recomendado a su hija.

Igual que los toros, uno busca su querencia a la hora de la muerte. Uno lleva consigo el olor de su tierra, las semillas, las hojas de los árboles de su tierra bajo la piel, la arena y el aire en que ha crecido, el agua bautismal de todos los días. Uno quiere confundirse con todas estas cosas cuando se siente herido de muerte.

El cadáver de la Rosa anda buscando su lugar. Hoy toma el tren de las ocho veinticinco rumbo a Tuxtla. ¡Buen viaje!

Sabines

Pantaleón y las visitadoras

Leído 24 enero 13

–¿No podrías aumentarme el porcentaje a 70%? –ronronea, retrocede hasta pegarse contra él, le echa su aliento a la cara, busca con la mano y aprieta la Brasileña–. La casa está haciendo una buena adquisición, te lo demostraré cuando se me pase la cosa. Sé comprensivo, Panta, no te arrepentirás.
–Suelta, suelta, no me agarres ahí –da un brinquito, se inflama, se avergüenza, se irrita Pantaleón Pantoja–. Tengo que advertirte dos cosas: no puedes tutearme sino tratarme de usted, como todas las visitadoras. Y nunca más esas confianzas conmigo.
–Pero si tenía la bragueta hinchadita, fue para hacerle un favor, no quise ofenderlo –se compunge, apena, asusta la Brasileña–. Perdóneme, señor Pantoja, le juro que nunca más.
Pantaleón y las visitadoras, Marios Vargas Llosa

El dedo y la luna

Leído 30 enero 13

Un anciano impasible
Un poderoso guerrero, a la cabeza de su ejército, invadió un país vecino. Precedido por su reputación, nadie se atrevía a hacerle frente y mientras él avanzaba, atravesaba regiones desiertas. Todo el mundo huía a su paso. Un día, en un pueblo, penetró en un templo y descubrió a un hombre de edad indeterminada, sentado, impasible, en la posición del loto. El guerrero, interpretando la presencia inmóvil del anciano como un desafío, furioso, desenvainó su sable.
–¿Sabes delante de quién te encuentras, desvergonzado vejestorio? Podría traspasarte el corazón con este sable sin pestañear.
–Y tú, ¿sabes delante de quién estás? Yo puedo dejar que me traspases el corazón sin pestañear.
El dedo y la luna, Jodorowsky

El manifiesto del partido comunista

Leído 31 enero 13

Os horrorizáis de que queramos abolir la propiedad privada. Pero, en vuestra sociedad actual, la propiedad privada está abolida para las nueve décimas partes de sus miembros; precisamente porque no existe para esas nueve décimas partes. Nos reprocháis, pues, el querer abolir una forma de propiedad que no puede existir sino a condición de que la inmensa mayoría de la sociedad sea privada de propiedad.
En una palabra, nos acusáis de querer abolir vuestra propiedad.
Efectivamente, eso es lo que queremos.
El buen Don Marx en el Manifiesto

Como pájaros perdidos

Leído 31 enero 13

VII
Te dicen descuidado porque ellos están acostumbrados a los jardines, no a la selva.
Como pájaros perdidos, Sabines

Algo sobre la muerte del mayor Sabines

Leído 1 febrero 13

III

Siete caídas sufrió el elote de mi mano
antes de que mi hambre lo encontrara,
siete veces mil veces he muerto
y estoy risueño como en el primer día.
Nadie dirá: no supo de la vida
más que los bueyes, ni menos que las golondrinas.
Yo siempre he sido el hombre, amigo fiel del perro,
hijo de Dios desmemoriado,
hermano del viento.
¡A la chingada las lágrimas!,dije,
y me puse a llorar
como se ponen a parir.
Estoy descalzo, me gusta pisar el agua y las piedras,
las mujeres, el tiempo,
me gusta pisar la yerba que crecerá sobre mi tumba
(si es que tengo una tumba algún día).
Me gusta mi rosal de cera
en el jardín que la noche visita.
Me gustan mis abuelos de Totomoste
y me gustan mis zapatos vacíos
esperándome como el día de mañana.
¡A la chingada la muerte!, dije,
sombra de mi sueño,
perversión de los ángeles,
y me entregué a morir
como una piedra al río,
como un disparo al vuelo de los pájaros.

Algo sobre la muerte del mayor Sabines, Sabines

Historia de la eternidad

Leído 4 febrero 13

De tal profusión de testimonios básteme copiar uno, de Marco Aurelio: "Aunque los años de tu vida fueren tres mil o diez veces tres mil, recuerda que ninguno pierde otra vida que la que vive ahora ni vive otra que la que pierde. El término más largo y el más breve son, pues, iguales. El presente es de todos; morir es perder el presente, que es un lapso brevísimo. Nadie pierde el pasado ni el porvenir, pues a nadie pueden quitarle lo que no tiene. Recuerda que todas las cosas giran y vuelven a girar por las mismas órbitas y que para el espectador es igual verlas un siglo o dos o infinitamente" (reflexiones, 14).
Si leemos con alguna seriedad las líneas anteriores (id est, si nos resolvemos a no juzgarlas una mera exhortación o moralidad), veremos que declaran, o presuponen, dos curiosas ideas. La primera: negar la realidad del pasado y del porvenir. La enuncia este pasaje de Schopenhauer: "La forma de aparición de la voluntad es sólo el presente, no el pasado ni el porvenir: éstos no existen más que para el concepto y por el encadenamiento de la conciencia, sometida al principio de razón. Nadie ha vivido en el pasado, nadie vivirá en el futuro; el presente es la forma de toda vida" (el mundo como voluntad y representación, primer tomo, 54). La segunda: negar, como el Eclesiastés, cualquier novedad. La conjetura de que todas las experiencias del hombre son (de algún modo) análogas, puede a primera vista parecer un mero empobrecimiento del mundo.
Historia de la eternidad, Borges

Teoría y resistencia en educación

Leído 8 febrero 13

El guión es lúgubre y la lógica histórica que lo conforma, produce alarma. Tal escenario no tiene la intención de provocar desesperación o cinismo; en lugar de eso señala la necesidad de organizarse colectivamente y de combatir más duro.
También implica que la lucha será larga y ardua y que con el tiempo las semillas de la nueva sociedad puedan o no florecer. En otras palabras, uno tiene que luchar en contra del nuevo autoritarismo y esperar que ese esfuerzo sea recompensado en el futuro. La dialéctica entre la realidad y la promesa no puede eludirse, sólo puede ser ignorada, y esto por aquellos que tienen el poder político y económico para cerrar sus puertas y esconderse de la carnicería que ellos producen, pero que de hecho nunca ven o tocan. Ésta es la época de los asesinos limpios.
En el prefacio de Teoría y resistencia en educación, Henry Giroux

Del otro lado de la muralla del sueño

Leído 15 febrero 13

Nos reencontraremos alguna vez, quizás en las radiantes brumas de la Espada de Orión, tal vez en una planicie desierta del Asia prehistórica, quizás en sueños olvidados de esta noche, o en alguna otra configuración, en los evos futuros, cuando el sistema solar haya desaparecido.
Del otro lado de la muralla del sueño, Lovecraft

Teoría y resistencia en educación

Leído 22 febrero 13

Lo que se necesita es una noción de alienación que señale la forma en que la falta de libertad se reproduce a sí mismo en la psique de los seres humanos. Necesitamos entender cómo las ideologías dominantes limitan el desarrollo de necesidades polifacéticas de grupos particulares, y cómo puede ser prevenida la transformación de las necesidades radicales en las de la ambición calculadora y egoísta de las relaciones de interés capitalista. Las estructuras de necesidades alienantes representan una de las áreas más importantes hacia la cual hay que dirigir la pedagogía radical.
Teoría y resistencia en educación, Giroux

La carta robada

Leído 27 febrero 13

...Un desein si funeste,
S’il n’est digne d’Atrée, est digne de Thyeste.

La carta robada, Poe

Tlacaélel, el Azteca entre los aztecas

Leído 28 febrero 13

El heredero de Quetzalcóatl acababa de pronunciar en público, por vez primera en la historia, el nombre secreto del territorio en donde a través del tiempo habían surgido una y otra vez prodigiosas civilizaciones. Aquel vocablo era tenido como el más sagrado de todos los conjuros pronunciados por los Sumos Sacerdotes de Quetzalcóatl en ceremonias religiosas cuya celebración ignoraba el común del pueblo. El significado de aquella palabra era doble, por una parte simbolizaba la expresión del principio de dualidad existente en todo lo creado -manifestado por la presencia en el cielo del sol y la luna- y por otra, el ideal de alcanzar la unidad y la superación de la humanidad, mediante la integración de una sola y armónica sociedad en la cual quedasen superadas las contradicciones que separan a los diferentes grupos humanos. La sabiduría y los anhelos de varios milenios de cultura, sintetizados en una sola palabra.
Velasco Piña, Tlacaélel, el Azteca entre los aztecas

Bambi

Leído 3 marzo 13

El viento del Norte soplaba a través de la espesura durante todo el día y toda la noche. Parecía impelido por una incomprensible y fría rabia que le llevaba hasta el extremo de la locura; daba la impresión de que quería desarraigar todo el bosque, devastándolo, aniquilándolo. Los árboles gemían, pero ofrecían obstinada resistencia, luchando con todas sus fuerzas contra la fiera embestida del viento. Uno podía oír sus hondos quejidos, sus chasquidos como gritos de dolor, el fuerte estallido de sus ramas al quebrarse, el doloroso y a la vez colérico crujido cuando un tronco se rompía y el árbol vencido parecía gritar por cada herida de su rendido y agonizante cuerpo. Nada más podía oírse fuera de eso, pues la tempestad ensañábase con fuerza aun más terrible sobre el bosque, y sus rugidos ahogaban los ruidos menores.
Bambi, historia de una vida del bosque; Félix Salten

Spleen e ideal

Laído 11 marzo 13

LXXII - El aparecido

Como los ángeles de fiera mirada, 
volveré a tu alcoba 
y me deslizaré hasta ti sin ruido 
con las sombras de la noche; 

Y te daré. morena mía, 
besos fríos, como la luna, 
y caricias de serpiente 
arrastrándose en torno a una fosa

Cuando llegue la lívida mañana
encontrarás mi lugar vacío
y hasta el anochecer seguirá frío

Como otros por la ternura,
en tu vida y en tu juventud,
¡yo quiero reinar por el terror!

en Spleen e ideal, Baudelaire

Los 120 días de Sodoma

Leído 12 marzo 13

Poco después apareció otro. Ocho días antes yo había cagado y meado en un bacín cuidadosamente conservado, condición necesaria para que los excrementos estuvieran en el punto que deseaba nuestro libertino. Era un hombre de unos treinta y cinco años del que sospeche que estaba metido en las finanzas. Al entrar me pregunta dónde está el bacín; se lo presento, el lo respira:
–¿ Es bien seguro que hace ocho días que está hecho?– me pregunta.
–Puedo responderle de ello, señor –le dije–; ya ve que está ya casi mohoso.
–¡Oh! Es lo que necesito –me dice–; nunca tendrá demasiado moho para mí. Enséñame, por favor, el hermoso culo que ha cagado esto.
Se lo presento.
–Vamos –dice–, colócalo bien enfrente, de manera que lo tenga como perspectiva mientras devoro su obra.
Los 120 días de Sodoma (décimo tercer día), Marqués de Sade

El recreo de la infancia

Leído 12 marzo 13

Es frecuente que, en esta visión (representación del adulto de la heteronomía hegemónica del status quo), los adultos se refugien en la categoría de experiencia –como conocimiento acumulado a lo largo del tiempo– y, bajo este ámbito, la palabra más pronunciada es el "no". El adulto se pone en el lugar de "la" experiencia y desde ahí prohíbe, aconseja y, en el menos frecuente de los casos, autoriza. Enfáticamente dice Benjamín:
[…] la máscara de los adultos es la experiencia. Es una máscara inexpresiva, impenetrable siempre igual a sí misma… Sí, así viven los adultos, siempre es lo mismo, nunca es los otros: vida sin sentido. Pura brutalidad. […] como los adultos jamás elevan los ojos hacia la grandeza y plenitud de sentido, su experiencia se convierte en el evangelio de los filisteos y los hace portavoces de la trivialidad de la vida.
Bustelo, El recreo de la infancia

Los viajes de Gulliver

Leído 14 marzo 13

erca de las doce del día, se detuvo ante la casa una especie de vehículo, como un trineo, arrastrado por cuatro Yahoos. Iba en él un hermoso caballo viejo, muy distinguido. Descendió apoyando de en los cuartos traseros, pues por algún accidente tenía herida una pata delantera. Estaba invitado a comer con nuestro caballo, que le recibió con mucha cortesía. Comieron en la mejor estancia, y el segundo plato lo constituyó una avena cocida con leche, alimento que el caballo viejo tomó caliente y lo demás frío. Habían dispuesto los pesebres formando un círculo en el centro de la estancia dividiéndolos en varias secciones y, a su alrededor, se sentaron sobre sus ancas, en montones de paja, todos los comensales. En el centro de levantaba un enrejado de madera lleno de heno, con ángulos que correspondían a cada partición del pesebre, así que cada caballo o yegua comía el heno y la mezcla de avena que le correspondía, con mucha pulcritud y orden. Los potros, jacas y cría menor observaban guardando una conducta respetuosa y atenta.
Los viajes de Gulliver, Jonathan Swift

Internados. ensayos sobre la situación social de los enfermos mentales

Leído 15 marzo 13

En el ciclo normal de socialización adulta, cabe presumir que una experiencia de alienación y mortificación acarree una serie nueva de creencias acerca del mundo y una nueva manera de concebir los yoes. En el caso del paciente de un hospital psiquiátrico, este renacimiento ocurre algunas veces, bajo la forma de una profunda fe en la perspectiva psiquiátrica, o, al menos fugazmente, de una entusiasta adhesión a la causa social de un trato más humano para los enfermos mentales. Pero la carrera moral del paciente presenta un interés intrínseco y singular: ilustra, en efecto, la posibilidad de que, al desechar las vestiduras del antiguo yo —o al perderlas, arrancadas a tirones por manos ajenas— la persona no sienta necesidad de procurarse una nueva túnica y un público nuevo ante el cual inhibirse. Que por el contrario aprende a cultivar, al menos por un tiempo, ante todos los grupos, las artes amorales de la desvergüenza.
Goffman, Internados. ensayos sobre la situación social de los enfermos mentales

Agosto

Leído 21 marzo 13

—Toda autoridad contiene, en cierta forma, la responsabilidad de juzgar—dijo Fraga.
—Toda autoridad contiene, en cierta forma, algo de corrupto e inmoral —dijo el comisario.
Fraga miró sorprendido al policía, sin saber que decir. Prefirió ignorar la observación.
—No hablo de juzgar como un juez. Hablo de juzgar como un hombre de bien —dijo Fraga.
—Esos que considera hombres de bien no siempre son buenos policías.
Agosto, Rubem Fonseca

Poemas clandestinos

Leido 27 marzo 13

No olvides nunca
que los menos fascistas
de entre los fascistas
también son
fascistas

Roque Dalton, en Poemas clandestinos

Sobre el poema anterior

Leído 27 marzo 13

El "intolerable revisionismo de Marx"
no está en el poema anterior
sino en la cabeza de quienes no creen
que la violencia sea
la partera de la Historia
y mucho menos la mamá del niño-pueblo
sino por el contrario una cosa mala
que ciertos revoltosos del barrio
le quieren enseñar al cipote
sin pensar en líos
que todo esto nos va a traer con la con la Policía y la Guardia
que hasta van a echar al papá
del empleíto que tiene en el Gobierno
y se acabuche los frijolitos fáciles
y la tranquilidad.

Roque Dalton, en Sobre el poema anterior refiriéndose a La violencia aquí, de su libro Poemas clandestinos

Dos poemas sobre buses urbanos

leíudo 27 marzo 13

[...]
c) el conocimiento de que los buses son inflamables, sobre todo si se les ayuda con una mezcla de gasolina y aceite en el interior de una botella arrojadiza y dotada de una mecha de trapo encendida con oportunidad

II

Será idealista quien defina a un bus como un vehículo automotor dotado de asientos para transportar pasajeros.

Será materialista quien se niegue a definir al bus en general y aclare en su definición que todo depende de si se trata de un bues en el sistema capitalista o de un bus en el sistema socialista. Y de ahí pase a definir el bus en el sistema capitalista como un vehículo automotor dotado de asientos para transportar pasajeros, que sirve para que su propietario obtenga beneficios económicos en forma de ganancias y a partir de la explotación de los usuarios y de los trabajadores que mantienen funcionando dicho bus.

La prueba de que la definición del materialista es la correcta se da en la práctica; madre de la verdad: en el sistema capitalista, salvo alguna excepción que confirmaría la regla general, un bus que no produce ganancias a su propietario deja de transportar lo que transportaba en menos que canta un gallo.

Este ejemplo no sólo tiende a justificar la reacción popular contra los buses (incendios, asaltos, rupturas de asiento, etc.) que hemos visto en San Salvador y algunas ciudades del interior del país en los últimos días (ya que tal reacción es moralmente válida aunque sea sólo porque al pueblo se le han definido los buses con la definición idealista, lo cual constituye una estafa) sino que asimismo atiende al carácter desnaturalizador que el capitalismo ejerce sobre las cosas y sus usos humanos.

Roque Dalton, en Dos poemas sobre buses urbanos, que se localiza en el libro: Poemas clandestinos

Internados

Leído 30 marzo 13

Desde el punto de vista del paciente, negarse a cambiar una sola palabra con el personal, o con sus compañeros de internación, puede ser sobrado testimonio de que rechaza el concepto que la institución tiene acerca de lo que él mismo es, y acerca de quién es. Pero las autoridades superiores del hospital pueden, a su vez, interpretar estas expresiones alienatorias, como la sintomatología, exacta con que la institución está especialmente capacitada para entenderse, desde sus orígenes, y como insuperable testimonio de que el paciente se encuentra ahora en el lugar justo que le corresponde. En suma, la hospitalización psiquiátrica previene todas las maniobras del paciente, y tiende a arrebatarle hasta las expresiones más comunes con que los seres humanos se resisten al dominio de las organizaciones.
Internados, Goffman

Educación popular y proceso de concientizaión

Leído 3 abril 13

El momento de pérdida de libertad y la negación de la continuidad de existencia con un sentido en-sí-misma, caracterizan la situación más esencial de la opresión en que el trabajo del oprimido hace el "mundo humano" que lo deshumaniza, teniendo, por lo tanto, sentidos apenas para el señor que lo explota y usa sus resultados.
El propio trabajo aliena, al mismo tiempo, también al señor para quien existe el oprimido. Y ¿por qué lo aliena? Por el hecho de que la relación humana de estar en el mundo y estar con el mundo, y el modo humano de practicar como realidad, esa relación, es hecho a través del trabajo, en que la propia persona que transforma el mundo se descubre como persona, al realizar como agente, un proceso de transformación. El modo humano de percibir el mundo es como problema, y el modo humano de ejercer su mundo es resolver el problema de una doble y permanente transformación: de él, hombre, y del mundo. Al transformarlo, el hombre se afirma como sujeto de relaciones esenciales al hombre, y como conciencia-de-sí. Por lo tanto, justamente el oprimido, aquel que transforma su mundo con la ayuda de sus manos, reconquista y reconoce en esa práctica la conciencia de su individualidad (conciencia-de-sí). El opresor, por alienarse del trabajo con que aliena el oprimido (por no ser acción-para-sí) pierde el fundamento de su dimensión humana que, tal como lo vimos, no está en "estar en el mundo" (no es una esencia o una naturaleza dada al hombre), sino en comprenderlo y transformarlo, y comprenderlo a través de su transformación es una construcción del hombre sobre sí mismo, a través de su trabajo.
Educación popular y proceso de concientización, Julio Barreiro.

La Iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz del concilio

Leído 7 abril 13

Sus expresiones pueden estar deformadas y mezcladas en cierta medida con un patrimonio religioso ancestral, donde la tradición ejerce un poder casi tiránico; tiene el peligro de ser fácilmente influídas por prácticas mágicas y supersticiones que revelan un carácter más bien utilitario y un cierto temor a lo divino, que necesitan de la intercesión de seres más próximos al hombre y de expresiones más plásticas y concretas. Esas manifestaciones pueden ser, sin embargo, balbuceos de una auténtica religiosidad, expresada con los elementos culturales de que se dispone.
En el fenómeno religioso existen motivaciones distintas que, por ser humanas, son mixtas, y pueden responder a deseos de seguridad, contingencia, impotencia, y simultáneamente a necesidad de adoración, gratitud hacia el Ser Supremo, motivaciones que se plasman y expresan en símbolos diversos. La fe llega al hombre envuelta siempre en un lenguaje cultural y por eso en la religiosidad natural pueden encontrarse gérmenes de un llamado de Dios.
[…]
Que se impregnen las manifestaciones populares, como romerías, peregrinaciones, devociones diversas, de la palabra evangélica. Que se revisen muchas de las devociones a los santos para que no sean tomados sólo como intercesores sino también como modelos de vida de imitación de Cristo.

La Iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz del concilio, Segunda conferencia general del episcopado latinoamericano

Pedagogía de la autonomía

Leído 11 abril 13

La ideología fatalista, inmovilizadora, que anima el discurso liberal anda suelta en el mundo. Con aires de posmodernidad, insiste en convencernos de que nada podemos hacer contra la realidad social que, de histórica y cultural, pasa a ser o a tornarse "casi natural". [...] Desde el punto de vista de tal ideología, sólo hay una salida para la práctica educativa: adaptar al educando a esta realidad que no puede ser alterada. Lo que se necesita, por eso mismo, es el adiestramiento técnico indispensable para la adaptación del educando, para su sobrevivencia. El libro con el que vuelvo a los lectores es un decisivo no a esta ideología que nos niega y humilla como gente.
Pedagogía de la autonomía, Freire

Pedagogía de la autonomía

Leído 17 abril 13

Caminábamos, Danilson Pinto y yo, con el alma abierta al mundo, curiosos, receptivos, por las sendas de una favela donde temprano se aprende que sólo a costa de mucha testarudez se consigue tejer la vida con su casi ausencia -o negación-, con carencia, con amenazas, con desesperación, con ofensa y dolor. Mientras andábamos por las calles de ese mundo maltratado y ofendido yo me iba acordando de experiencias de mi juventud en otras favelas de Olinda o de Recife, de mis diálogos con favelados y faveladas de alma desgarrada. Tropezando en el dolor humano, nos preguntábamos acerca de un sinnúmero de problemas. ¿Qué hacer, en cuanto educadores, trabajando en un contexto como ése? ¿Hay realmente algo qué hacer? ¿Cómo hacer lo que hay que hacer? ¿Qué necesitamos saber nosotros, los llamados educadores, para hacer viables incluso nuestros primeros encuentros con mujeres, hombres y niños cuya humanidad es negada y traicionada, cuya existencia es aplastada? Nos detuvimos en medio de un camino estrecho que permitía la travesía de la favela por una parte menos maltratada del barrio popular. Abajo, veíamos un brazo de río contaminado, sin vida, cuya lama, y no agua, empapa los mocambos que están casi sumergidos en ella. "Más allá de los mocambos -me dijo Danilson- hay algo peor: un gran terreno donde se deposita la basura pública. Los habitantes de toda esa área "hurgan" en la basura algo que comer, algo que vestir, algo que los mantenga vivos." Fue en ese horror donde hace dos años una familia encontró, entre la basura de un hospital, pedazos de un seno amputado con los que preparó su comida dominguera. La prensa dio a conocer el hecho que cito, horrorizado y lleno de justa rabia, en mi libro, À sombra desta mangueira. Es posible que la noticia haya provocado en los pragmáticos neoliberales su reacción habitual y fatalista siempre en favor de los poderosos. "Es triste, pero ¿qué se puede hacer? Ésta es la realidad." La realidad, sin embargo, no es inexorablemente ésta. Es ésta como podría ser otra y para que sea otra es que los progresistas necesitamos luchar. Yo me sentiría, más que triste, desolado y sin encontrarle sentido a mi presencia en el mundo, si fuertes e indestructibles razones me convencieran de que la existencia humana se da en el dominio de la determinación. Dominio en el que difícilmente se podría hablar de opciones, de decisiones, de libertad, de ética. "¿Qué hacer? La realidad es así", sería el discurso universal. Discurso monótono, repetitivo, como la propia existencia humana, en una historia así determinada las posiciones rebeldes no tienen cómo volverse revolucionarias.
Tengo derecho de sentir rabia, de manifestarla, de tenerla como motivación para mi pelea tal como tengo el derecho de amar, de expresar mi amor al mundo, de tenerlo como motivación para mi pelea porque, histórico, vivo la Historia como tiempo de posibilidad y no de determinación. Si la realidad fuera así porque estuviera dicho que así debe ser no habría siquiera por qué sentir rabia. Mi derecho a la rabia presupone que, en la experiencia histórica de la cual participo, el mañana no es algo pre-dado, sino un desafío, un problema. Mi rabia, mi justa ira, se funda en mi rebelión frente a la negación del derecho de "ser más" inscrito en la naturaleza de los seres humanos. Por eso no puedo cruzar los brazos fatalistamente ante la miseria, eximiéndome, de esa manera, de mi responsabilidad en el discurso cínico y "tibio" que habla de la imposibilidad de cambiar porque la realidad es así. El discurso de la adaptación o de su defensa, el discurso de la exaltación del silencio impuesto del que resulta la inmovilidad de los silenciados, el discurso del elogio de la adaptación considerada como hado o sino es un discurso negador de la humanización de cuya responsabilidad no podemos eximirnos. La adaptación a situaciones negadoras de la humanización sólo puede ser admitida como consecuencia de la experiencia dominadora, o como ejercicio de resistencia, como táctica en la lucha política. Doy la impresión de que acepto hoy la condición de silenciado para mejor luchar, cuando me sea posible, contra la negación de mí mismo.

Enseñar exige alegría y esperanza 
Pedagogía de la autonomía
Freire. 

Abdí, El niño salvaje

Leído 21 abril 13

Cuando volvió, Mina no se había movido. Había entrado en la muerte sin darse cuenta, como nosotros lo haremos un día. A pesar de que se trataba de un animal, Abdi la enterró; pero no jugó con el gran misterio señalando su tumba: todo debía desaparecer en la soledad del islote, como todo debe confundirse en los lejanos límites del universo
Abdi, El niño salvaje; Henry de Monfreid

La resistencia y la estética de la existencia en Michel Foucault

Leído 26 abril 13

En la actualidad el objetivo no es el de descubrir qué somos, sino el rechazar lo que somos. Debemos escapar de nosotros mismos para ser diferentes de lo que somos.
La tarea, por tanto, no consiste en descubrir lo que somos, sino en rechazar el tipo de individualidad que se nos ha impuesto durante siglos. La ontología histórica de nosotros mismos en el presente nos propone como tarea de reflexión el análisis crítico del mundo en que vivimos. Lo primero que podemos usar como estrategia es liberarnos de nosotros mismos, pues, la relación con nosotros mismos es ontológicamente primera.

La resistencia y la estética de la existencia en Michel Foucault, Reinaldo Giraldo Díaz

El pirata rojo

Leído 27 abril 13

Durante este tiempo reinó a bordo del negrero un silencio de muerte; ni una cabeza se asomó a sus postes, y el marinero de observación continuó tranquilamente su trabajo; esto no obstante, Wilder observó en el buque un movimiento casi imperceptible, semejante al de una ballena adormecida, y mediante el cual presentaba siempre el flanco a la Real Carolina, que se retiraba. Las amenazadoras bocas de sus cañones no cesaban de estar dirigidas contra la embarcación mercante, como los ojos de un tigre que acechan a su víctima; y, mientras ambos buques se hallaron próximos uno a otro, los puentes de la Real Carolina pudieron ser barridos a cada momento por una descarga de la batería del Delfín.
El Pirata Rojo, Fenimore Cooper

Vestidos de dinamita

Leído 3 mayo 13

Vestidos de dinamita

Me tengo que ir a comprar las pinturas con las que me disfrazo todos los días para que nadie adivine que tengo los ojos chiquitos (como de ratón o de elefante). Estoy yéndome desde hace una hora pero me retiene el calor de mi cuarto y la soledad que, por esta vez, me está gustando y los libros que tengo desparramados en mi cama como hombres con los que me voy acostando, en una orgía de piernas y de brazos que me levantan el desgano de vivir y me arañan los pezones, el sexo, y me llenan de un semen especial hecho de letras que me fecundan y no quiero salir a la calle con la cara seria cuando quisiera reír a carcajadas sin ningún motivo en especial más que este sentirme preñada de palabras, en lucha contra la sociedad de consumo que me llama con sus escaparates llenos de cosas inalcanzables y a las que rechazo con todas mis hormonas femeninas cuando recuerdo las caras gastadas y tristes de las gentes en mi pueblo que deben haber amanecido hoy como amanecen siempre y como seguirán amaneciendo hasta que no nos vistamos de dinamita y nos vayamos a invadir palacios de gobierno, ministerios, cuarteles... con un fosforito en la mano.

Gioconda Belli

Engendraremos niños

Leído 06 mayo 13 

Engendraremos niños

Engendraremos niños,
cientos de niños saliendo a la alborada
entre piernas morenas y canciones.

Engendraremos niños
con el puño cerrado
y la conspiración, el secreto en los ojos.

Engendraremos niños,
los verán aparecer por las montañas,
los campos,
las ciudades,
niños con mirada de relámpago,
niños sigilosos cruzándose en la noche los mensajes,
niños sin padre o madre,
hijos de mujer y hombre agazapados,
niños clandestinos.

Engendraremos niños,
por cada hombre o mujer que nos maten,
pariremos
cientos de niños
que seguirán sus pasos

Giconda Belli

Mitología hindú

Leído 18 mayo 13
<<¿Cómo puede atribuirse acción creativa a Brahma, quien (como espíritu abstracto) no tiene cualidades, es limitado y está libre de imperfecciones?>>. La respuesta es que <<las propiedades esenciales de los seres vivos son objetos de observación, de la que ninguna presciencia es asequible; la creación y cientos de propiedades pertenecen a Brahma como partes inseparables de su esencia, como el calor es inherente al fuego>>.
Mitología hindú, W. J. Wilkins

La Eneida

Leído 02 junio 13
Resuenan las trompetas; Eneas el primero arremete a las agrestes turbas y, ¡presagio de la guerra!, arrolla a los latinos, después de dar muerte a Therón, gigante que sin provocación alguna fué a acometerle: Eneas de un tajo le parte el peto por una juntura y la túnica escamada de oro y le hunde la espada en el costado, de donde la retira después para herir a Licas, que sacado al nacer del vientre de su madre ya muerta te estaba consagrado, ¡oh Febo!, porque te plugo libertar al niño de morir a hierro. Poco después da muerte al robusto Ciseo y al descomunal Gías, que con sus clavas derribaban escuadrones enteros; de nada les valieron las armas de Hércules ni sus vigorosas manos ni el ser hijos de Melampo, compañero de Alcides, todo el tiempo que por la tierra se ejercitó en duros trabajos. Dispara luego un dardo y se lo clava en la boca a Faro, que la abría para lanzar inútiles gritos. Tú también, ¡oh infeliz Cidón!, mientras vas siguiendo a Clicio, tus nuevas delicias, a Clicio, cuyas mejillas dora el bozo primero, hubieras sucumbido bajo la diestra del héroe troyano, olvidado para siempre de tu insensata afición a los mancebos, si no se hubieran apiñado delante de ti, para cubrirte, los siete hijos de Forco, disparando a la vez sus siete dardos, de los cuales unos rebotan sin causar daño estrago en el yelmo y en el escudo de Eneas y otros no hacen más que rozar su cuerpo, desviados por la alma Venus. Entonces Eneas dice a su fiel Acates: "Apróntame aquellos dardos que en los campos de Troya quedaron clavados en los cuerpos de los griegos; ni uno solo de ellos lanzará en vano mi diestra contra los rútulos" Y en esto ase y dispara un gran venablo, que va volando a traspasar el férreo escudo de Meón, rompiéndole juntamente la coraza y el pecho. Corre a él su hermano Alcanor y con la diestra le sostiene en su caída; sigue el venablo todo ensangrentado su impetuosa carrera y va a traspasar a Alcanor el brazo que, suspendido sólo de los nervios, le cuelga inerte del hombro.
Virgilio, La Eneida, Libro X

Mujeres piratas

Leído 03 junio 13
Una flota inglesa sitió Rockfleet en 1574, pero los valientes piratas de Grace la obligaron a retirarse con el rabo entre las piernas. Al parecer, los famosos "perros del mar" de la Reina Virgen se tornaban cachorros llorones cuando topaban con los lobos de "la Calva".
Mujeres piratas, Germán Vázquez C.