jueves, 9 de julio de 2015

El Corazón es Noble

rescatado 23 marzo 15

En 2001, las enormes estatuas de los budas de Bamiyan, en Afganistán, fueron demolidas. Para un determinado sector del islam, aquellas estatuas eran instrumentos ofensivos de un culto idolátrico, mientras que para los budistas eran el recordatorio de unos principios sagrados y de lo mejor de nuestro innato potencial humano. Nosotros los budistas utilizamos imágenes físicas en nuestra práctica espiritual, mientras que los musulmanes adoran sin imágenes. Aferrarse a esas posturas es crear un muro entre los pueblos. Pero, en definitiva, son solo estatuas. Enfrentarnos unos contra otros por un objeto no es más que aferrarse a los prejuicios.
Personalmente, no veo una base para tratar las diferencias religiosas de esa forma. Poco después de que los budas de Bamiyan fueran destruidos, tuve la oportunidad de reunirme con un grupo de jóvenes afganos que trabajaban por la paz. Les sugerí que podían ver la demolición de los budas como la demolición de los muros entre todos los pueblos. Si la presencia de esas estatuas es causa de enfrentamiento, quizá podríamos ver una utilidad en que hayan sido derribadas. Esto es lo que pienso sobre el asunto.
Se alzan muros entre las personas cuando le concedemos más importancia a la forma de nuestra identidad religiosa que a la esencia de lo que nos enseña. Cuando las creencias espirituales se utilizan para construir muros entre la gente, hay una total incomprensión del propósito de la espiritualidad. La espiritualidad debe significar acercarte más a ti mismo. Cuando esto sucede, también te acercas más a los demás. La espiritualidad y la religión deben desmantelar la discriminación y las diferencias, no apuntalarlas. Deben romper las barreras entre los pueblos, no crearlas.

El Corazón es Noble, 17° Karmapa

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