jueves, 9 de julio de 2015

Los muros de agua

5 abril 15

Hay que imaginar, ahora, la selva; la atmosférica selva, tan anterior al mundo como el mar, que de él surgió como una maravilla sumergida elevándose de pronto en un intento prodigioso de matrimonio con el cielo. Cielo y mar y selva son hermanos; hermanos y hermanas. De su conjunción y de su distanciamiento parte todo y comienza la verdadera historia, el fin de los monstruos y el principio de los navegantes y los cazadores.
Por el Camino Viejo se veía la selva y se adivinaba el mar, unidos ambos rumores como el principio de todo lo que existe. Era un camino estrecho, que comenzaba o terminaba –según se fuera o viniese– en rehilete, y proseguía en giros fatigosos, bajando o equilibrándose ante las frondosas barrancas.

Los muros de agua, José Revueltas

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