Leído 21 abril 13
Cuando volvió, Mina no se había movido. Había entrado en la muerte sin darse cuenta, como nosotros lo haremos un día. A pesar de que se trataba de un animal, Abdi la enterró; pero no jugó con el gran misterio señalando su tumba: todo debía desaparecer en la soledad del islote, como todo debe confundirse en los lejanos límites del universo
Abdi, El niño salvaje; Henry de Monfreid
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