Leído 14 marzo 13
erca de las doce del día, se detuvo ante la casa una especie de vehículo, como un trineo, arrastrado por cuatro Yahoos. Iba en él un hermoso caballo viejo, muy distinguido. Descendió apoyando de en los cuartos traseros, pues por algún accidente tenía herida una pata delantera. Estaba invitado a comer con nuestro caballo, que le recibió con mucha cortesía. Comieron en la mejor estancia, y el segundo plato lo constituyó una avena cocida con leche, alimento que el caballo viejo tomó caliente y lo demás frío. Habían dispuesto los pesebres formando un círculo en el centro de la estancia dividiéndolos en varias secciones y, a su alrededor, se sentaron sobre sus ancas, en montones de paja, todos los comensales. En el centro de levantaba un enrejado de madera lleno de heno, con ángulos que correspondían a cada partición del pesebre, así que cada caballo o yegua comía el heno y la mezcla de avena que le correspondía, con mucha pulcritud y orden. Los potros, jacas y cría menor observaban guardando una conducta respetuosa y atenta.
Los viajes de Gulliver, Jonathan Swift
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