Leído 30 enero 13
Un anciano impasible
Un poderoso guerrero, a la cabeza de su ejército, invadió un país vecino. Precedido por su reputación, nadie se atrevía a hacerle frente y mientras él avanzaba, atravesaba regiones desiertas. Todo el mundo huía a su paso. Un día, en un pueblo, penetró en un templo y descubrió a un hombre de edad indeterminada, sentado, impasible, en la posición del loto. El guerrero, interpretando la presencia inmóvil del anciano como un desafío, furioso, desenvainó su sable.
–¿Sabes delante de quién te encuentras, desvergonzado vejestorio? Podría traspasarte el corazón con este sable sin pestañear.
–Y tú, ¿sabes delante de quién estás? Yo puedo dejar que me traspases el corazón sin pestañear.
El dedo y la luna, Jodorowsky
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