Leído 24 enero 13
–¿No podrías aumentarme el porcentaje a 70%? –ronronea, retrocede hasta pegarse contra él, le echa su aliento a la cara, busca con la mano y aprieta la Brasileña–. La casa está haciendo una buena adquisición, te lo demostraré cuando se me pase la cosa. Sé comprensivo, Panta, no te arrepentirás.
–Suelta, suelta, no me agarres ahí –da un brinquito, se inflama, se avergüenza, se irrita Pantaleón Pantoja–. Tengo que advertirte dos cosas: no puedes tutearme sino tratarme de usted, como todas las visitadoras. Y nunca más esas confianzas conmigo.
–Pero si tenía la bragueta hinchadita, fue para hacerle un favor, no quise ofenderlo –se compunge, apena, asusta la Brasileña–. Perdóneme, señor Pantoja, le juro que nunca más.
Pantaleón y las visitadoras, Marios Vargas Llosa
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