domingo, 2 de junio de 2013

Sabines

Leído 21 enero 13

En la estación de los ferrocarriles acabo de dejar a la Rosa. La Rosa tiene cáncer y regresa a Tuxtla a morir. Lo sabe, y nos ha recomendado a su hija.

Igual que los toros, uno busca su querencia a la hora de la muerte. Uno lleva consigo el olor de su tierra, las semillas, las hojas de los árboles de su tierra bajo la piel, la arena y el aire en que ha crecido, el agua bautismal de todos los días. Uno quiere confundirse con todas estas cosas cuando se siente herido de muerte.

El cadáver de la Rosa anda buscando su lugar. Hoy toma el tren de las ocho veinticinco rumbo a Tuxtla. ¡Buen viaje!

Sabines

No hay comentarios:

Publicar un comentario