sábado, 7 de marzo de 2015

La alegría de la vida

22 julio 14


La esencia de la enseñanza de Buda es que mientras la práctica formal puede ayudarnos a desarrollar la experiencia directa del vacío, la sabiduría y la compasión, dichas experiencias no tienen sentido a menos que las hagamos incidir en cada aspecto de nuestra vida diaria, pues es enfrentándonos a los desafíos de la vida como podemos de verdad medir nuestro desarrollo de la calma, el entendimiento y la compasión.
Aun así, Buda nos invitó a ensayar las prácticas por nosotros mismos. En uno de los sutras, exhortó a sus discípulos a poner a prueba sus enseñanzas mediante la práctica, en vez de aceptarlas al pie de la letra:
Así como quemarías, cortarías y frotarías el oro, asimismo, el monje sabio examina mi enseñanza.
Examina bien mis enseñanzas, y no las tomes simplemente de buena fe.
Dentro del mismo espíritu, yo les pido que ensayen las enseñanzas y vean si les funcionan. Algunas de las prácticas pueden servirles; otras no. Algunos de ustedes pueden sentir cierta afinidad con una o varias de las prácticas inmediatamente, mientras que otros métodos pueden demandar un poco más de práctica. Algunos, incluso, pueden encontrar que la práctica de la meditación no los beneficia. Está bien. Lo más importante es encontrar una práctica que produzca una sensación de calma, claridad, confianza y paz y trabajar con ella. Si lo logran, se beneficiarán no sólo ustedes mismos sino todos los que los rodean; y ese es el objetivo de toda práctica científica o espiritual, ¿no es verdad? Crear un mundo más seguro, más armónico y más dulce, no sólo para nosotros sino para las generaciones que vendrán.

Yongey Mingyur Rinpoche, La alegría de la vida, capítulo 14

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